¿Cuántas veces hemos comprado y consumido comidas rápidas y de fácil preparación por cuestiones de tiempo, antojo e, incluso, de precio?, ya que suelen ser de precios mucho más económicos cuando se prepara como comida para una persona.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), dependencia mexicana encargada principalmente de defender los derechos de los consumidores, realiza de manera constante diversos análisis a los diferentes productos que se encuentran en el mercado para ayudar a informar a los consumidores sobre sus características. Recientemente, esta dependencia generó mucha controversia al analizar diversas sopas instantáneas y declarar que se retirarían del mercado algunas de éstas, lo que generó duda y descontento en parte de la población.
Las primeras vertientes de información y comentarios de las personas iban enfocadas a una marca de sopa instantánea en particular, pero realmente no estaban considerando toda la información, debido a que el primer anuncio sólo indicó que se retirarían del mercado algunas sin indicar cuáles serían.
Lo anterior, debido a que, en su estudio, la Profeco determinó que existían sopas instantáneas que no cumplían con la normativa establecida y que serían retiradas del mercado, pero a pesar de esto no retiraron todas las presentaciones de la marca, si no sólo aquellas presentaciones que presentaran algún tipo de incumplimiento.
Los incumplimientos presentados se pueden clasificar en tres principales: incumplimiento con la norma de etiquetado, inconsistencias en su declaración nutrimental y publicidad engañosa en el empaque.
Otra situación que se mencionó en el informe de la Profeco fue sobre los envases de unicel en que vienen contenidas algunas sopas instantáneas, los cuales son ambientalmente dañinos por su difícil reciclaje, además de tener ciertas sustancias que se incorporan a los alimentos al ser preparados en hornos de microondas, que es una forma de preparación común de sopas instantáneas en México.
El incumplimiento de la norma de etiquetado, aunque es un error que podría atribuirse a las marcas extranjeras, la realidad es que cuando un producto está considerado para su venta en otros países se debe tener en cuenta la normativa de dicho país, ya que es algo prioritario al exportar productos debido a que realmente deben cumplir con las normas donde será vendido o se arriesgan a su retiro del mercado, esto no sólo en México, si no en cualquier país.
Sin embargo, si es un intermediario quien está realizando esta comercialización, debería ser éste quien considere cuál sería el camino que debe seguir para realizarla, cumpliendo con las normativas de los países al que irá ese producto.
En el caso de la inconsistencia en su declaración nutrimental, aplica la famosa frase “verdad a medias”, dado que una de las sopas retiradas fue por indicar un contenido de vegetales, los cuales, a pesar de ser parte del producto, la realidad es que su contenido no era lo suficientemente significativo para ser colocado en el empaque.
Otro caso, fue donde dentro de los ingredientes se hacía alusión a un jarabe, sin embargo, en su etiqueta no menciona azúcares añadidos. También se presentó el caso de una sopa de pollo, que no contenía pollo o un derivado de este animal, pero si contenía un saborizante de pollo.
Finalmente, una sopa instantánea que en su empaque traía una foto de una sopa que contenía diversos vegetales, entre ellos zanahorias, pero el producto no contenía zanahorias.
Los casos anteriores al ser presentados en los empaques se pueden considerar como publicidad engañosa, ya que genera una falsa idea en el consumidor, debido a que una persona puede creer que lo que está consumiendo contiene una mayor cantidad de algún ingrediente que viene indicado de manera llamativa, aunque esta impresión sea diferente a lo que realmente dice la etiqueta. Cabe destacar que es posible contar con toda la información al revisar todo lo que viene indicado en el empaque.
Ahora, si se analiza más a fondo esta parte, la publicidad, al final es mercadotecnia y como mencionaba anteriormente es una verdad a medias porque, aunque no tiene el contenido que podría hacernos pensar, la realidad es que no termina de ser mentira, pero tampoco es verdad. Aquí la cuestión sería, para evitar esto, ¿se debería pensar en una nueva norma que indique que para colocar de forma llamativa algún ingrediente éste debe estar en alguna proporción? (claro de acuerdo con el tipo de ingrediente, ya que no podríamos considerar de la misma manera a “vegetales” que a “minerales”, por poner algún ejemplo).
Hacer lo anterior, implica normas cada vez más estrictas para las diferentes industrias de alimentos que, en estos últimos años, ha venido modificándose muy drásticamente, con la inclusión de sellos y el retiro de animaciones. Ahora, usted como lector, ¿qué opina?, ¿estas nuevas reglas realmente han modificado en algún sentido el consumo general de productos?
Al preguntar a personas cercanas, la realidad es que la mayoría no habían modificado sus hábitos de consumo, aunque si hubo muy pocos que habían optado por consumir con menor frecuencia ciertos productos, pero la realidad es que el impacto que tuvo no fue tan drástico en estas personas, quienes incluso mencionaban que ya no les prestaban atención después de que pasó la novedad de su presencia en los empaques.
Por ello, creo que aquí entra el hecho de pensar sobre el hecho de que la mayoría de los mexicanos preferimos el sabor y la apariencia sobre el contenido nutricional. Sobre esto, usted lector, deténgase un momento y analice, ¿cuántas veces ha pensado “me comeré esto porque es bueno para mí”? y ¿cuántas veces ha pensado “comeré esto porque se me antojó”, aun sabiendo que no aporta nada o en cantidad muy mínima a su nutrición o salud?
Entonces, en vez de pensar en hacer etiquetados llamativos que indiquen es bueno/malo, como consumidores no debería ser realmente importante el decir: “Exijo que lo que se encuentre en el mercado aporte realmente algo a mi salud, cuerpo, nutrición y no solo satisfaga mi apetito”. Ahora si encontráramos productos realmente nutritivos de apariencia poco atractiva o de sabor no tan suculento, ¿seguiríamos consumiendo dichos productos?
Por otro lado, sería importante, de manera personal, enseñarnos a ver todo lo que contiene un producto y no sólo lo que indica en letras gigantes, ya que como mencionaba anteriormente la declaración nutrimental y la lista de ingredientes están indicadas en la mayoría de los empaques (recordando que algunos tuvieron incumplimientos en este sentido).
Todo esto pensando en lo que se mencionaba al inicio del artículo sobre que hubo descontento por el retiro de las sopas instantáneas, lo cual produjo estantes vacíos donde se encontraban ciertas marcas de sopas instantáneas en diversos supermercados, invocando el recuerdo al inicio de la pandemia por Covid-19, cuando ciertos estantes de los supermercados lucían vacíos, haciendo complicado conseguir ciertos productos.
En el caso de las sopas instantáneas que iban a ser retiradas por no cumplir con la normativa o inconsistencias de su contenido con respecto a lo declarado, poco le importó a la población la razón por la que pudieran ser retiradas, ya que es un producto de agrado general.
Llegando así a la conclusión de que el análisis de sopas instantáneas que realizó la Profeco donde se determinó el retiro del mercado de unas marcas que no cumplían con la normativa de etiquetado y otras que presentaban inconsistencias con lo que reportaban y/o publicidad engañosa para el consumidor, debería ser considerado para mejorar nuestros hábitos de consumo, e incluso, nuestros hábitos para revisar las etiquetas de los diversos productos que estamos consumiendo, debido a que, aunque un empaque marque de manera llamativa la presencia de algún ingrediente, podría no encontrarse en la forma o en la cantidad que nos haría pensar la primera impresión del empaquetado.
Por Constanza Fernández